Gran fiesta tiene el infierno con todas sus calaveras.
Tanto el viejo como el tierno van a dar a las calderas.

25 abril 2010

El escudo del alma

Aún no le he encontrado sentido a mi existencia. De mi vida anterior… recuerdo estar atrapado en el purgatorio, ese lugar donde el cielo es rojo como un atardecer y llueve sangre, observando las torturas a las que sometían aquellos que aún no eran lo suficientemente puros como para entrar en el cielo. Este sufrimiento se notaba en el aire, la atmósfera era pesada como el plomo, repleta de estremecedores alaridos y el sonido de los tambores, con un ritmo maquinal y enfermizo.

Alguien me ofreció algo diferente. Al ver lo que me esperaba allí, no dudé en aceptar una oferta de naturaleza desconocida. La verdad, no me arrepiento. He vuelto a la vida, a los ojos de los demás soy una persona perfectamente normal, pero mi trabajo no es como el suyo. Yo salvo almas. Es algo difícil, pero tiene su recompensa. Cuando una persona inflinge una de las normas de conducta, su alma se corrompe y la gente como yo la ve prisionera de un ser demoníaco.

Tengo que admitir que esta vida es mucho mejor en comparación con la que tuve antes de morir, un pobre psicólogo que no ganaba prácticamente nada. Jamás encontré un alma gemela, por lo cual permanecí soltero hasta la muerte. En tan penoso periodo de tiempo me dediqué a dar dinero al sector de la prostitución y al del tráfico de drogas. Dejé de ir al trabajo, me despidieron y finalmente me suicidé. Al parecer los ángeles se apiadaron de mí y no me mandaron directamente al infierno, reservaron una tarea especial para mi alma. Al fin y al cabo no había sido mal psicólogo, me dijeron. Este trabajo parecía estar hecho a mi medida. Me lo ofrecieron y agradecí ese voto de confianza. Ahora tengo una casa, dinero más que suficiente para gastos y caprichos y, aunque parezca mentira, tengo pareja.

Hacían más o menos los veinte años desde que los ángeles me encargaron esta misión. Me acuerdo de ese paciente, no había forma de hacerlo entrar en razón, por mucho que hiciera. Pocas veces en toda mi carrera había tenido que mandar un alma al infierno, pero aquella vez lo hice, no pude redimirla. Aún me miraba con los ojos vacíos de aquellos que están con el alma dañada, rodeado de la hidra, mientras yo dictaminaba la sentencia. Las pocas veces que lo había hecho, había aparecido un hombre bastante extraño, con cara de pocos amigos, nunca hablé con él, no me atreví. Pero aquella vez fue diferente, la que entró por la puerta era una mujer. Tenía la misma edad aparente que yo (sobre los veinte años mortales). Vi cómo se acercó con elegancia al endemoniado y le clavó una daga en el corazón. Murió al instante, desapareciendo con él la hidra. Me acerqué a la mujer y comencé a preguntarle cosas sobre ella. También tenía una extraña misión divina, en este caso contraria a la mía. Ella recolectaba almas completamente puras, para unirlas al reino de los cielos sin que les diera tiempo a corromperse en la tierra. Por supuesto, tenía que ser de personas adultas ya que matar a niños recién nacidos, aunque parece la opción más acertada, es contraproducente por la falta de experiencia vital del sujeto. Cumple la doble misión de recolectar almas puras y mandar al infierno las que yo no puedo salvar. Acabamos enamorados. Es extraño que encontrara después de la muerte lo que en vida no pude hallar. Ahora duerme, aquí a mi lado, mientras yo pienso todo esto.

Tengo todo el día por delante, en mi trabajo raro es el caso en el que hay faena, lo más normal es que me pase el día en casa. Lástima que la profesión de mi pareja sea buscar y encontrar almas puras, lo que la lleva a pasarse toda la jornada recorriendo las calles buscando sin descanso algo que se pueda salvar de la gigantesca inmundicia urbana. No importa, me suelo pasar el día leyendo o jugando al ordenador, y creo que haré esto último en el día de hoy. (Asesino, pederasta, maltratador, idiotas)

Esta es la victima que hace la veintena. Soy el que siembra justicia en este mundo y estoy orgulloso. Nadie en todo el ejército ha tenido el honor de haber cumplido tantos objetivos con éxito. Realmente, soy el mejor entre toda la elite de francotiradores. He sido destinado en tantos puestos… tan variopintos han sido mis objetivos que los pequeños remordimientos que pude haber tenido en un momento han desaparecido completamente. Estoy haciendo el bien, es un servicio a la humanidad entera. No entiendo como hay gente en contra de esto. Ellos mataron a mucha gente, o al menos pusieron los medios para hacerlo, se merecen un castigo a la altura. Los criminales tienen que ser ajusticiados. Y aquí estoy, mirando por el objetivo de mi rifle de precisión al siguiente objetivo, con el dedo en el gatillo, listo para disparar. Cojo aire y me preparo para el ruido del disparo, sin contar con el típico retroceso. Disparo el arma (y del cañón salió la hidra).

¡No! ¡Ahora no! Quería un día realmente de descanso. Los últimos casos me han estresado de una manera brutal. Voy a olvidarme del tema, si dejo de prestar atención se soluciona solo. Ya ha pasado a veces.

La he seguido durante varias semanas, viendo sus movimientos, su dulce encanto, ese aspecto de inocencia que tanto me atrae. Quiero llevarme lo que necesito, a las buenas o las malas. Lo necesito para vivir ¿qué culpa tengo yo de haber nacido así? ¿Qué culpa tengo de no ser como los demás? En otras épocas esto no estaba tan mal visto, pero hemos llegado a una etapa tan llena de rectitud y moralidad impuesta que una cosa tan natural ha pasado a ser un tabú. Solo quiero un desahogo, solo quiero calmar mi ansia un poco. Juro hacerle el mínimo daño. Pronto pasará, he de estar atento y no dudar. Tengo que cogerla por las coletas y levantarle la falda del uniforme, si no lo hago será la última vez que la vea, por mi seguridad. ¡Ahí está! Ahora no me puedo permitir fallar, será mi última oportunidad de saciarme. Comienzo a andar con sigilo entre los arbustos y la pared del parque, sin perderla en ningún momento de vista. En cuanto se pare a oler la flor que siempre huele, la cogeré por detrás. ¡Ya está! ¡Es mía! No grites, no te voy a hacer daño. No patalees, estate quieta y no me lo pongas difícil o tendré que recurrir a la violencia ¿qué? Tú lo has querido, sacaré la navaja del bolsillo y esto será a las malas (y del bolsillo salió la enredadera).

Otro no, por favor. A ver si acaba de una vez, no tengo la moral para ponerme a pensar en los problemas de los demás. Llevo mandadas al infierno tres almas en lo que va de año. He visto tanto sufrimiento… necesito un descanso. Acabará por solucionarse solo, es normal.

¿Qué? ¿Otra vez se te ha olvidado comprar tabaco? Porque eres una mujer, si no pensaría que eres un hombre retrasado. Llevo una semana entera diciéndote que bajes a por tabaco. Estoy hasta los huevos de llegar a casa y no poder relajarme. Te doy de comer ¿sabes, mala furcia? Me parto el lomo para que tú y los niños comáis ¿cómo me lo agradeces tú, para una cosa que pido? Cómo se nota que sois idiotas las mujeres. ¿Cómo que no se te ha olvidado? ¿Cómo que quieres que deje de fumar? ¡¿Quién eres tú para decirme lo que tengo que hacer o dejar de hacer?! ¡¿Quién te crees que eres?! ¡Si no fuera por mí seguirías cuidando de tu asquerosa madre en esa casa de mierda! ¡Claro, con lo poco que ganaba tu padre y lo mucho que se gastaba en putas, normal que no tuvieran dinero ni para mantenerte en el colegio! Eres una analfabeta, solo sabes limpiar y cocinar ¿quién eres tú para decirme que deje de fumar? ¡No me des la razón como a los locos! ¡No voy a dejar de gritar, no gritaría si no fueras tan estúpida! ¡Deja de llorar, te van a escuchar los vecinos! ¡Deja de llorar! ¡QUE DEJES DE LLORAR, PUTA SIRVIENTA! ¡Ya está, me tienes hasta los huevos… y mira que no me gusta pegarte, pero no hay otra forma de hacerte comprender, joder! (y de las lágrimas de su mujer, salió la hiedra).

¿Tres juntos? Esto no es normal, no lo podré soportar. Ya no puedo ni seguir delante del ordenador, he abandonado la partida a la mitad. El peso que me impusieron en el purgatorio recae sobre mí con todos sus gritos infernales, su música enfermiza, ese olor a condena y la sangre cayendo del cielo…

¿Ay, Nadia, has visto a este? Qué fuerte, me pidió salir el otro día. Yo se lo dejé claro delante de toda la clase. Casi se hecha a llorar ¡jajajaja! Lo normal, ¿no ves que es uno de los raros, de esos que juegan al ordenador en vez de venirse de botellón con nosotros? No lo entiendo, la pobre de Sofia los invita todos los fines de semana y ellos dicen que no, que prefieren quedarse en casa jugando a arruinarse la vida maltratando su cuerpo con tan poca edad. ¿A que son idiotas? Se están perdiendo la juventud. Mira tía, y que esto quede entre nosotras, me gusta pero, ¿tú te imaginas que saliera con él? Quedaría FA-TAL delante de mis amigos. Es igual que a las cosas que juegan ellos, un día busqué cosas de esas por Internet y me puse a probarlo. Es genial, pero no se lo puedo decir a nadie, porque si no me quedaré sin mis amigos y me mirarán mal por la calle. Ah, ¿te he dicho que va detrás de mí el que vino con nosotros el otro día? El que trajo JB. Me ha dicho Sofia que está por mí. Creo que le voy a decir que sí, tiene pasta y además coche. Sería la envidia del grupo. Aunque… la verdad es que no me gusta… pero da igual, voy a decirle a la tía esta que me de su tuenti. (Y del cable de red, salió la tela de araña).

Me despertó la voz de mi chica, cuando abrí los ojos pude contemplar su rostro. Me dijo que me pusiera a trabajar, ya había esperado demasiado. Me dirigí al primero de los pacientes.

Lo encontré rodeado de la hidra, con la mirada perdida en el vacío y el dedo todavía presionando el gatillo. Se encontraba en la terraza de una casa, apuntando con el rifle directamente a la cabeza de una persona recién aterrizada en un helicóptero.
- ¿Por qué haces esto? – Pregunté.
- Porque es justo. – Respondió él de forma maquinal. Es un tono de voz común en todas las personas endemoniadas.
- ¿Por qué crees que se me merece morir?
- Es uno de los mayores traficantes de alimentos del mundo. Por su culpa los trabajadores reciben cada vez menos dinero y los productos se cobran más caros.
- ¿Y por ello dictaminas que no se merece vivir?
- Por su culpa ha muerto mucha gente.
- Y por su culpa habrá otra víctima, él mismo.
- Pueden haber muchas más víctimas si no lo hago.
- ¿Y la única solución es matarlo?
- Es la más eficaz.
- Pero no por ello la mejor. Es una persona como tú. ¿Simplemente por que sea mala a tus ojos ya ha perdido derecho a vivir?
-…no.
- Él ha causado muchas muertes, pero ¿Cuántas has causado tú? ¿Crees que tú mereces morir, te gustaría morir?
- Yo hago el bien.
- Y él piensa que tú haces el mal.
-… es cierto.
- Cuelga tu rifle, soldado, trata de hacer las cosas de una manera de la que tú no salgas tan manchado como tus víctimas.
(Y la hidra se volvió a meter en el rifle.)
- ¿Quién eres?- Preguntó el soldado a la nada.

Busqué por el parque al segundo paciente, lo encontré metido en la maleza, apretando a una niña que no pasaría de los diez años contra él, mientras su alma todavía retaba a la corrupción que su vida le había acarreado. Me acerqué un momento a la niña, parecía horrorizada de miedo, una mueca indescriptible de agonía y terror. Hablé con el endemoniado:
- ¿Qué haces?
- Tengo que hacer esto, es una necesidad básica.
- ¿Es una necesidad básica maltratar a las demás personas?
- No, necesito esto. No es culpa mía haber nacido así, solo me atraen las niñas y, como se que jamás podré conseguir que alguna tenga sexo conmigo por propia voluntad, tengo que hacer esto. A mí también me duele, pero no puede ser de otra manera.
- ¿Por qué no puede ser de otra manera? No todo el mundo tiene pareja y no son muy comunes los casos de violaciones en adultos.
- Pero tarde o temprano se acaba consiguiendo, lo mío no tiene solución.
- ¿Te has dado cuenta de lo que haces? ¿Crees que con hacerlo tendrás bastante? Probar algo puede hacer que tengas más deseo de hacerlo.
- … es que está bien.
- Bien y mal es un término relativo, pero me gustaría saber por qué dices eso.
- Mi padre violó a mi hermana cuando tenía ocho años.
- ¿Y qué te pareció entonces que tu padre violara a tu hermanita?
- No pude soportar verlo, no volví a hablarle a mi padre.
- Estabas a punto de hacer lo mismo, es un trauma de la infancia.
- …
- Reprime tus impulsos sexuales, violador. Tienes que sacrificar tu vida por la de las personas cuya estancia en este mundo es mayor a la que te resta a ti.
(Y la enredadera volvió al bolsillo. El violador pidió perdón a la niña, después cayó de bruces al suelo llorando. La niña le dio un beso en la frente y le dijo que le perdonaba.)
- ¿Quién eres? –Preguntó el violador a la nada.

El tercer paciente lo encontré rodeado de la hiedra, parecía a punto de pegarle una paliza a la que parecía su mujer. Me había enfrentado tantas veces a este estilo de problemas…
- ¿Por qué la tratas así?
- Porque es idiota. Me debe la vida, me debe que la sacase de su horrible casa.
- ¿Y por eso crees que puedes tratarla como quieras?
- Sí, claro.
- ¿Te gustaría que te hicieran lo mismo?
- Pero es que ella es una mujer.
- Pero los dos sois humanos, quizás ella más.
- Eso es falso, las mujeres son inferiores a nosotros.
- ¿Quién te ha enseñado eso, maltratador?
- El sagrado libro. Mis padres eran devotos y a ella jamás se le ocurrió contrariar a mi padre, sabía que él mandaba.
- ¿Te has parado a pensar si eso es justo?
- No, simplemente está bien.
- ¿Qué recuerdas de tu madre?
- Pocas cosas. Era guapa, cuidaba muy bien de la casa, obediente… aunque recuerdo un día… mi padre le pegó, ella lloraba… yo era tan pequeño, no sabía lo que pasaba y fui a pegarle a mi padre. Entonces él me dijo que las mujeres son animales inferiores… volví y le pegué a mi madre… le pegué… a mi madre… ¿qué demonios hago a mi esposa? Soy un monstruo, estoy repitiendo la historia de mi padre.
(Y la hiedra volvió a las lágrimas de la mujer. Él le pidió perdón y la abrazó. Ella le secó las lágrimas.)
- ¿Quién eres? –Preguntó el maltratador a la nada.

Llegué lo antes posible al cuarto de los casos y reconocí la escena a primera vista. La tela de araña y un adolescente, lo típico. Cada día hay más casos de estos, sabía de sobra cómo solucionarlo.
- ¿Por qué haces caso a lo que dice la tele?
- Porque todo el mundo hace lo mismo.
- Es una mentira, es una realidad distorsionada la que la pantalla te muestra ¿estás segura de querer seguir lo que los demás quieren que seas?
- Si eso me trae la felicidad, por supuesto.
- Una actitud así jamás reporta felicidad duradera, solo una euforia pasajera y un bagaje enorme de melancolía e ilusiones truncadas.
- Pero este es un mundo en el que el dinero es igual al poder.
- Por eso la gente trabaja para ganar dinero con el sudor de su frente y dejar de vivir el día a día, entregándose a las decisiones espontáneas de la alterada mente adolescente.
- Conseguir un novio rico también es un trabajo.
- ¿No ves que así jamás conseguirás la felicidad?
- La felicidad es dinero.
- No tienes remedio. Aquí hay un alma que necesita juicio.
(Se presentó ante mí la chica de mi vida. Sonrió un momento, sacó la daga de su cinturón y se la clavó a la muchacha, dejándola desprovista de alma hasta el día de su muerte.)

- Detente –Se pronunció una voz a mis espaldas. Mi cerebro la reconoció y un terrible escalofrío recorrió mi regalado cuerpo. Su mano aferró mi hombro. La sentí como una muerte inminente, la llamada a mi vida anterior. La presión de aquella mano era como el purgatorio del que escapé.- Has fallado a tu misión, y no es la primera vez. Es la tercera alma que se podría haber salvado si tu tardanza no hubiera marcado el punto de corte para detener los pensamientos oscuros que su alma bloqueó.
- Compréndeme, estaba estresado, necesitaba relajarme. Esta vida es mucho más dura de lo que yo pensaba, cansa mucho más liberar almas que tratar mentes.
- Te dimos una oportunidad, te liberamos de tu castigo. Has tenido una segunda oportunidad en la vida. Solo tenías que cumplir tu misión que es bastante simple, agotadora sí, pero tendrías una vida eterna en la tierra junto a tu pareja que también es inmortal. ¿Sabes lo que darían las almas del purgatorio para estar en tu misma posición? ¿Juegos de ordenador? ¿A eso te dedicas en vez de cumplir tus obligaciones? ¿Es que no entiendes que de habernos hecho caso ahora tendrías una eternidad para jugar?
- Por favor, juro no volver a hacerlo, cumpliré mi misión a la perfección a partir de este momento. –Tiene razón, he preferido unos momentos de relajamiento con la carga de estar incumpliendo mi tarea a cumplirla y disfrutar de los paraísos de la tierra por la eternidad ¿es que en dos vidas no he aprendido nada? Realmente me merezco el castigo, pero no se si de tener la oportunidad volvería a hacer lo mismo.
- No, lo siento, no damos terceras oportunidades. Segadora de almas, ocúpate de él.
- No… no puedo… le quiero.
- Tienes cinco segundos para matarlo.
- Pero cariño, si no lo haces algo malo te pasará.
- ¿Tú sabes lo que me ha costado encontrarte?
- Cuatro.
- Pero sería de idiotas condenarnos a los dos pudiéndote salvar.
- Sabes que somos pareja, ya nunca seremos dos. Tus decisiones son mías también.
- Tres.
- Cariño, piénsatelo por favor. Te juegas un castigo eterno.
- …
- Dos.
- Yo no te guardaré rencor, hazlo por tu bien.
- No… no puedo hacerlo.
- Uno.
- ¡Hazlo! ¡Vas a condenarte para la eternidad!
- No puedo.
- Cero. Los dos al infierno. –Sentí con un doloroso trance como mi alma era arrancada de mi cuerpo y arrojada a las llamas de abismo, condenando a mi yo espiritual al infierno eterno. Ahora, condenado a algo peor de lo que cambié por esta vida, siento como mis errores me visitan y golpean en la cara. Esto es a lo que lleva la estupidez, te condena a ti y a los que te siguen.

1 comentario:

  1. No esta nada mal , pero se me a hecho un poco larga... el prpincio estaba que flipas y el final *¬*.
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