Gran fiesta tiene el infierno con todas sus calaveras.
Tanto el viejo como el tierno van a dar a las calderas.

01 septiembre 2009

Aprendiendo a vivir (Parte 2)

Abro otra vez los ojos… El contrario de la oscuridad me abruma con su presencia y no veo nada más que ello. Otra vez va equilibrándose con la oscuridad y crea la percepción de mis ojos. Esta vez ninguna voz me dijo que abriera los ojos. Era otra cosa, la necesidad de algo. De repente sonó la parte central de mi cuerpo. Antes había percibido sonidos procedentes de mi cara, de mis extensiones e, incluso, de mis ojos. Tenía ganas de algo. No lograba solucionarlo, pero esperaba con impaciencia que la voz me dijera. Y así fue. “Necesitas alimentarte. Busca comida.” La cantidad de información esta vez sobrepasó las anteriores. Tenía que encontrar algo que me alimentara, que proporcionara la energía para seguir explorando este mundo nuevo. Alcé la mirada, pero no encontré nada que correspondiera a la información que tenía de comida. Decidí esperar, pero acabé desesperado. La comida no aparecía y mis ganas de alimento crecían a niveles insoportables. Estaba al borde de la locura.


Conforme el tiempo pasaba, el ansia crecía. Mis ojos se cerraban, mi cuerpo le costaba de moverse… casi no puedo recordar. Pero… otro increíble suceso me salvó de quien sabe que. El contrario de la oscuridad se movió con un ruido y delató algo que no había visto. Era algo como mi cuerpo, ni la oscuridad ni el contrario. Olía. Me atraía. Pero sentía que no tenía fuerza para llegar a donde se encontraba. Mi cuerpo no podía aguantar lo que suponía arrastrarme hasta allí. “Levanté y anda”. ¡La voz otra vez! Esta vez era una cosa que jamás se me habría ocurrido. Apoyarme en mis extensiones bajas para moverme.


Lo intenté y tras varios intentos lo conseguí. Me dirigí como pude a la comida y las órdenes anteriormente dadas dejaron absolutamente claro lo que tenía que hacer. Comí y comí hasta que no pude más. Las ganas de cerrar los ojos me invadieron de nuevo…


Abrí los ojos una vez más. Muchísimo los tuve que abrir para creer lo que mis ojos veían. Otro ser, ¡parecido a mí! Las mismas extensiones, la misma forma… casi todo igual, exceptuando que de la parte alta de su cuerpo salían dos bultos y no tenía una quinta extensión. No se porqué, pero tenía algo mágico esa figura, algo que hacía estremecerme. No comprendía nada, aquel ser era igual que yo, pero a la vez distinto. No podía apartar la mirada, tenía algo que me atrapaba. Su mirada, su cuerpo, su forma, su posición… todo era un cosmos que me atraía en una gravedad pesada e insoportable. Tenía miedo, tenía muchísimo miedo, creí que el fin estaba cerca, que aquella mística figura había venido para arrancarme de mis exploraciones. Mi quinta extensión cogió forma rígida, ante mi horror. No comprendía nada, aquello estaba fuera de mi entendimiento. Me preparé para dejar ese lugar y llegar a un lugar que desconocía tanto como este primero. Pero la voz comenzó a hablar y yo comencé a comprender. La verdad es que no recuerdo muy bien lo que pasó, solo se que recibí un nuevo tipo de recompensa por cumplir las ordenes de la voz, el placer. Mis ojos se volvieron a cerrar.


Al abrirlos de nuevo busqué en vano el otro ser… nada. Busqué por todas partes, rastreé todo los rincones, olí cualquier rastro… nada. No se si había perdido algo de lo que luego me arrepentiría o había vencido a un cruel enemigo. Algo salió de mis ojos. Se parecía a uno de los alimentos que tomaba. Sentí algo extraño y comencé a emitir un sonido bastante extraño, parecía algo lastimero. ¿Era aquel ser único o el anormal era yo? ¿Volvería a ver aquel ser maravilloso? ¿Quería hacerme daño o volver a darme placer? ¿Representaba el fin aquella presencia? Mis turbadores pensamientos se vieron rápidamente consumidos por culpa de una novedad. ¡Más seres como yo! Andando como yo, moviéndose como yo. Intenté acercarme entre miedo y esperanza por encontrar alguien con quien compartir mi situación que no sabía si era igual o contraria a la de ellos. Mis pasos torpes chocaron con algo, algo que no podía atravesar y que me separaba de ellos. Golpee el obstáculo con todas mis fuerzas por si podía mejorar mi situación o por ver si el sonido los alertaba… nada. Caí en el suelo, derrotado, sin fuerza, sin aliento ni esperanza. Esperaba que la voz me dijera algo, que me indicara lo que tenía que hacer… nada. La voz me abandona y me quedo solo. El alimento de mis ojos fluye, el sonido lamentoso se amplificaba, junto a las ganas de que supiera la forma de acabar con esta exploración que tanta desgracia me traían. Calmar mi dolor, para siempre.


No hay comentarios:

Publicar un comentario