Gran fiesta tiene el infierno con todas sus calaveras.
Tanto el viejo como el tierno van a dar a las calderas.

06 agosto 2009

Aprendiendo a vivir (Parte 1)

Decido empezar otra serie de artículos narrativos extensos, ya sea por falta de ganas de criticar, ya sea por tener una idea más o menos aceptable. Se que es un mal momento, ya que casi todos estáis en vuestros respectivos pueblos o chalets dando calor a esas amistades que habéis mantenido vivas gracias a los débiles y desalmados hálitos que expeléis por el Messenger y por redes sociales, por lo que me alegrará saber que alguien a leído esto. Cuidado, no se trata de una narración coherente, al menos por ahora.


Es extraño, no sabía que fuera así. Por lo menos, desde la oscuridad en la que antes estaba, era diferente. Desde la oscuridad recuerdo sonidos que parecían tener algún sentido, ya que otro sonido parecido le contestaba, pero yo no se lo encontraba. De todas formas sigue la oscuridad, pero de otra manera. Ya no es tan oscura, parece que lo que la disipa es más fuerte. Así estuve un buen rato, pensando en cosas que no entendía y, al no encontrar solución, sentía algo. Algo que no puedo expresar con palabras porque nadie me las ha enseñado, algo que no puedo comparar con nada, porque nada conozco. No se pedir nada, porque no se hacer sonidos como los que escuché en la oscuridad y, aunque supiera, ¿qué más da? No se que sonido exacto tengo que hacer para que aquellos que los emitían puedan entenderme. Lo intenté un tiempo, pero no obtuve respuesta. Cuando estuve a punto de rendirme, a mi último sonido sin sentido, otro sonido respondió y, además, lo entendí: “Abre tus ojos”. Por extraño que parezca, no hubo ninguna duda en mí. “Abre” era una acción que significaba quitar lo que impedía que algo avanzara y “tus ojos” eran algo que yo tenía, con la que veía la oscuridad y su contrario. El sonido que me dio esta información no se comunicaba igual que los que escuché en la oscuridad.

Decidí hacerle caso, abrí los ojos. De repente, el contrario de la oscuridad se hizo muchísimo más fuerte. No veía otra cosa que eso. Al poco tiempo de abrir los ojos la oscuridad se niveló con su contrario y pude sentir algo más que ellos. Estaba rodeado por el contrario de la oscuridad. Debajo de mis ojos había algo diferente. Era más oscuro que lo demás, pero no era la oscuridad del principio. Era una extensión bastante grande de la cual, en la zona que tenía más cerca, salían otras dos extensiones, una a cada lado, más finas que la primera, pero más largas. Estas acababan en cinco extensiones más finas y más cortas, de diferentes tamaños. Continuando con la primera extensión, más abajo salían tres extensiones. Dos a cada lado, parecidas a las de arriba, solo que estas acababan en unas extensiones semejantes, pero más cortas. La extensión del medio era bastante diferente. Esta era más parecida a una de las cinco extensiones que salían de la extensión de la parte ancha de lo que veía. Aparte, parecía diferente, no tan rígida y sin una parte plana al final. También me di cuenta de que la gran parte de todo lo que tenía a mis ojos estaba poblado de finísimas extensiones muy delgadas, largas y oscuras.

Estuve admirando las extensiones que estaban a mis ojos hasta que, sin yo producir ninguno, un sonido parecido al anterior dijo: “Mueve tu cuerpo”. El sonido era exactamente igual que el anterior, solo que el mensaje cambió. “Mueve” era hacer que algo cambiara de posición y “tu cuerpo” se refería a que yo tenía un conjunto de extensiones movibles. Por lo que, ese conjunto de extensiones que antes había observado era de mi pertenencia. ¡Que regalo tan maravilloso! Quería observar qué podía hacer. Comencé por levantar una de las cinco extensiones antes mencionadas. Al ver mi éxito probé con las otras cinco. Luego con las otras cinco. Al final moví todas las extensiones pequeñas de mi cuerpo a excepción de la que estaba en medio de mis dos extensiones bajas. Descubrí también que las que estaban entre la larga y la corta de los conjuntos de cinco no se podían casi mover independientemente de las de al lado. Fui más allá y traté de levantar una de las extensiones superiores. Un éxito rotundo. Probé con las otras tres, considerando la de en medio una de las de antes. Otra prueba con resultado positivo. Luego traté de hacer el último paso, levantar mi cuerpo al completo. Aquello ya no fue tan fácil, lo único que conseguí fue apoyarme en las extensiones inferiores.

Tras mover mi cuerpo, decidí centrarme en las extensiones de cinco. Puse una de ellas delante de mis ojos y traté de explorar lo que podían hacer. Comencé con varias combinaciones de extensiones, ahora abiertos, ahora su contrario, ahora contraídos como yo en la oscuridad… Luego trate de juntar los dos manojos de extensiones y noté la presencia de ambos manojos mediante ellos mismos. Con este nuevo poder en mis manos quise ver mi cuerpo, pero sin los ojos, con las extensiones. Cerré los ojos y puse mi extensión sobre los ojos. Cuando los hube sentido y identificado me dirigí hacia arriba. Tenía una extensión corta hasta que llegaba a una masa. Intuí que esta masa era la aglomeración de las extensiones finas y largas que salían de todo mi cuerpo. Luego volví a tomar como referencia mis ojos y bajé en busca de más cosas. Descubrí una protuberancia con agujeros, los cuales me tapé y mi cuerpo pareció sentirse incomodo, por lo que destapé y todo volvió a la realidad. Seguí bajando y encontré un agujero cerrado. Quise que se abriera y emitió un sonido ¡Aquello era el emisor de sonidos! Cuando hube terminado con la parte de los ojos, continué con el cuerpo. Descubrí con gran entusiasmo dos cosas. La primera fue que detrás de mi cuerpo seguía habiendo cuerpo, cosa que ni se me abría ocurrido. La segunda fue que la extensión de entre las dos inferiores tenía debajo una protuberancia. Así tomé conciencia de mi cuerpo. Y esperé y desesperé, queriendo que el sonido me dijera que nuevo podía hacer, pero nada dijo. Solo volví a mi posición del principio, apoyado en todo el cuerpo, hice el contrario de abrir y todo se apagó.


Dedicado a los que nos enseñan a vivir.

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