Gran fiesta tiene el infierno con todas sus calaveras.
Tanto el viejo como el tierno van a dar a las calderas.

16 septiembre 2009

Aprendiendo a vivir (Parte 3)

Diez años… llevo diez años aquí encerrado, sin más compañía que la pantalla, con la mayor soledad que jamás he conocido. Sí, he aprendido que son los años; sí, he aprendido que es la soledad; y sí, desconozco completamente la naturaleza de mi condición. Al principio pensaba que esta absurda falsedad era obra de aquel que en las películas llamaban Satanás. Después comprendí que tal figura metafórica no podía tener peso ni empuje en el mundo real, por lo que opté por la teoría de que mis captores eran un enemigo peor si cabe, los otros humanos. También me preocupé mucho en un principio porque, siendo yo igual que ellos, ¿por qué era yo el confinado y ellos los que tenían libre albedrío? ¡No había cometido ningún crimen, desperté aquí ya! Eso también era otro tema a tratar. Había visto en las películas que la gente no nace ya desarrollado, con unos veinte años como los que tenía yo cuando desperté. Al principio creí que era un monstruo pero conseguí descartar esa teoría.


¡Diez años! He aprendido a leer, escribir, dibujar, cantar y moverme con completo control de mi mismo. Todo esto me lo había enseñado la pantalla. Supuse que mis captores me ponían películas y videos educativos para que no volviese loco por tener mi mente distraída. Ahora, desde este punto veía claro lo que pasó. Por razones que desconozco desperté con veinte años y mis encarceladores esperaron hasta que yo comenzara a valerme por mí mismo para ponerme la comida, la mujer y la gente. Y luego nada. No entendía nada, pero había algo que entendía menos aun ¡la voz! Esa voz que me dijo: “Abre los ojos” y demás cosas. No hablaba español, pero la entendía a la perfección, con una palabra transmitía más de lo que se aprende en un día entero. Ese era el poder que debía explotar cuando llegara el momento.


Solía tener parrafadas hablando solo, pero aquella vez tenía intención. Esta vez sabía que aparte de oírme, alguien me escuchaba. “Todo esto a sido una locura, un sin razón. ¡Decidme por qué me tenéis prisionero sin cargo ni culpa! ¿Por qué apretáis mis grilletes cada vez más fuerte? ¿Acaso soy un criminal, un monstruo, alguien al que temer? ¡Por favor, que vuelva la voz que me enseñó a vivir y me diga como escapar de este lugar!” La semilla estaba plantada y era de rápido crecimiento. Al rato entraron por la puerta por la que supuse que entraban la comida. Jamás la había visto abierta, ya que si permanecía allí, me forzaban a salir unas descargar eléctricas. Aquella vez, por su humana impaciencia olvidaron este detalle tan importante. Entraron dos figuras encapuchadas. Uno con una libreta y un bolígrafo, el otro con una porra de descargas eléctricas.


- Cubiertos venís. No tenéis que temer de nada, la soledad es la enfermedad más mortal, pero la menos contagiosa. – Dije a las figuras.

- Vaya, no pensábamos que con solo diez años de vida se te ocurrieran esas figuras retóricas tan poco acordes con tu edad. – Dijo el de la libreta.

- Bueno, si no te asusta contagiarte de soledad, quítate esa máscara para que pueda tener una cara a la que odiar y maldecir hasta el día de mi muerte. – Me levanté dispuesto a cumplir mis amenazas, pero el tipo de la porra gruñó y la blandió con violentamente su porra. Retrocedí.

-Después de tus vagos intentos de devolver el daño que argumentas tú que te hemos hecho, háblame de esa voz que guió tus pasos.


Conté a omitiendo la mayoría de información, excusándome con la perdida de memoria. Cuando se cansó de escuchar mis palabras vacías decidió marcharme. Cuando desapareció por la puerta no puede más que esbozar una sonrisa de victoria. Es normal, si una persona había olvidado el detalle de cerrar la puerta que daba al exterior, lógicamente no se iba a fijar en que la puerta había sido atascada. No mucho, pero lo suficiente como para meter los dedos. Después de un esfuerzo sobrehumano, encontré la puerta abierta a mi libertad, pero primero quería saber sus motivos.


Comencé a explorar la instalación en busca de ansiada información. Encontré la cocina donde me hacían la comida y el carrito con el que la entraban a mi cuarto. Era extraña la lógica que cobró un hecho que antes me parecía tan anormal y tan místico. Parecía de noche, ya que no había nadie en la instalación. Después de pasear un rato encontré un despacho y el despacho un archivo.


Estamos en el transcurso de la mayor investigación sobre la naturaleza humana. Hemos conseguido un niño completamente sano y lo dejamos en estado de hibernación mental. Por supuesto, el niño siguió creciendo ya que la hibernación no anula el crecimiento mientras se le proporcione alimentos a través de una sonda. Comienza la enumeración de los estados del sujeto nº 1.


12 de Junio de 1979- El sujeto nace y le se pone en hibernación antes de que pueda siquiera abrir los ojos o respirar.

12 de Junio de 1999-. Hora 12:00- El sujeto es reanimado. Hora 12:10- El sujeto abre los ojos y analiza su cuerpo. Hora 13:00- El sujeto se duerme. Hora 18:23- El sujeto se despierta y comienza a andar. Hora 19:00- Se le expone a la prueba de la comida y reacciona a la perfección. Se vuelve a dormir. Hora 22:00- Le exponemos a la prueba la mujer. Tienen sexo convencional y se vuelve a dormir.

13 de Junio de 1999-. Hora 9:00- Exponemos al sujeto a la prueba de la gente. Se atormenta y se deprime. Llora, cierra los ojos y se duerme.


A partir de este momento, ponemos al sujeto a aprender cosas para distraer su mente y evitar la locura.

Nuestro proyecto a largo plazo es el siguiente. De la relación sexual del sujeto con la mujer que contratamos para el experimento tubo como resultado un embarazo. Es una hembra y está hibernando.


Cuando haya pasado 16 años desde su nacimiento, pondremos al sujeto con contacto con su hija para ver si tienen relaciones sexuales. Es una prueba bastante importante en el experimento, para ver si el rechazo al incesto es cultural o biológico. Suponemos lo primero.


Esto era más de lo que podía soportar, ¿querían hacer un experimento tan macabro como intentar que dos personas con la misma sangre tuvieran relaciones sexuales? Aquello sobrepasaba todo lo razonable, todo lo creíble y todo lo legal.


Comenzó mi búsqueda por la instalación, en busca de mi recién descubierta hija. Supuse que estaba en una celda cercana a la mía. Encontré la que parecía ser la más apropiada para ser la prisión de el fruto de mi sangre. Comencé a forzar la puerta.


- Creo que hice mal enseñándote a leer… has aprendido demasiado.- Dijo una de las figuras encapuchadas, esta vez sin capucha – Se acabó tu juegecito. Cógelo.

- ¿Por qué? ¿Qué hago mal? ¿Soy yo el que obra mal teniendo vosotros a mi hija cautiva y planeando que yo tenga sexo con ella sin consentimiento? – Dije, a punto de ser agarrado.

- ¿Es eso verdad? – Dijo el matón con la porra eléctrica – Me dijisteis que estabais experimentando con personas que habían dado su permiso.

- ¿Permiso? ¡Yo nací aquí sin dar ni permiso ni consentimiento! – Dije, casi con lágrimas en los ojos.


Con estas palabras, el guardaespaldas cogió de la espalda a su protegido. Con un rápido movimiento, se derrumbó contra el suelo el científico. El gorila tecleó algo en el panel del lado derecho de la puerta. Esta se abrió hacía arriba con un leve ruido.


- Cógela – Dijo. Me quedé mirando su cara, un poco nervioso pero con determinación – ¡Cógela!


Lo miré y su expresión de seguridad me convenció de lo que iba a hacer. Entré. En medio de la habitación, igual que la mía en diseño, estaba una capsula llena de cables y conexiones. Cuando miré a la ventana que tenía, casi me colapso. Era igual a la mujer que habían usado para experimento contra mí. Trajo a mi cabeza el recuerdo de mi encarcelamiento y sin querer me derrumbé encima de la capsula. Llorando, sin poder moverme, solo viendo su cara. Vino el guardaespaldas y me pegó una bofetada. No lo tomé como acto de agresión, al ver como mis ideas se aclaraban. Abrí la capsula después de buscar el interruptor durante unos minutos que me parecieron eternos. La cogí en brazos. Exactamente, debía tener unos diez años… era preciosa, como su madre.


- Vamos – Dijo el guardaespaldas.

- ¿A dónde? – Pregunté, sin poder apartar la vista de la cara de mi hija.

- Tenemos que asegurarnos de que no nos denuncia.

- ¿Denunciarnos? Pero si él tiene más pecados a su espalda que nosotros.

- En este mundo la justicia no está del lado del más justo, si no del que más paga.

- Entonces ¿Cómo pretendes que salgamos impunes?

- Con esto – Ya habíamos llegado al despacho del científico y cogiendo en las manos los documentos de los experimentos que había realizado conmigo y sus futuras locuras – Si él puede salir mal parado, no se atreverá a presentar un juicio contra nosotros.

- Entiendo – Nos dirigimos a la salida de la base.

- Bienvenido al mundo – El aire de la noche me acarició la cara y se llevó mis lágrimas de emoción – Monta. – Cuando me di cuenta tenía su coche abierto y me invitaba a subir.

- ¿A donde vamos?

- Lejos, donde no puedan encontrarnos. Es posible que nos maten. Por cierto, me llamo Javier.

- Yo… no lo se.


***


… cuando estuve a punto de rendirme, a mi último sonido sin sentido, otro sonido respondió y, además, lo entendí: “Abre tus ojos”. Por extraño que parezca, no hubo ninguna duda en mí. “Abre” era una acción que significaba quitar lo que impedía que algo avanzara y “tus ojos” eran algo que yo tenía, con la que veía la oscuridad y su contrario. El sonido que me dio esta información no se comunicaba igual que los que escuché en la oscuridad y los que seguía escuchando ahora mismo. Decidí hacerle caso, abrí los ojos. De repente, el contrario de la oscuridad se hizo muchísimo más fuerte. No veía otra cosa que eso. Al poco tiempo de abrir los ojos la oscuridad se niveló con su contrario y pude sentir algo más que ellos. Había cosas raras, cosas que se movían… no se porqué, pero parecían felices.


***


¡FIN! Por fin termino un artículo narrativo largo. Una pena que "La última copa de llanto" no pudiera ser finalizada, pero todo en esta vida no se puede tener. Gracias por la atención y hasta la siguiente.

No hay comentarios:

Publicar un comentario